Logbares

Vinos de España, Restaurantes de Barcelona y Cataluña

2007/01/09

Reto I: Vinos Franceses.


Normalmente aprovecho los grandes acontecimientos públicos (ferias, congresos) o las noticias que van apareciendo sobre turismo y restauración para expresar mi opinión, siempre en clave gastronómica (el objeto de este weblog) y siempre desde el punto de vista de usuario final, como consumidor (y no productor) que soy.


Este, en cambio, es un artículo más personal (el primero de este estilo), donde quiero hablar sobre mis "retos", término con el que bauticé los encuentros gastronómicos que montamos de tanto en cuando. Nada especial, en principio (un grupo de amigos que se reúnen para cenar) pero con un "hecho diferencial" que le aporta interés y añade valor al "sarao": pactamos una condición respecto a los vinos que beberemos y cada participante aporta un maridaje distinto (una botella y un plato que considere adecuado). No nos engañemos, a menudo acabamos picando foie, jamón y queso ... pero también nos hemos trabajado fideuás, salmorejo, confit de pato, tiramisú, etc. Como ejemplo, algunos "retos" montados hasta el momento han sido: vinos de DOs menos conocidas (excluyendo explícitamente Rioja y Ribera del Duero); cual puede ser el orden ideal de degustación en una cata (de más joven a más viejo o al revés) o vinos únicamente del 1994 (cosecha considerada como "Excelente" en las grandes DO's).


El último reto celebrado ya iba con la comida previamente adjudicada (barbacoa de carne), recayendo la parte más difícil en la selección de botellas: exclusivamente de vinos franceses y a ser posible, de "Apellation Controlée" diferentes (el equivalente a nuestras DOs). Desgraciadamente, cuanto más "exótico" es el reto menos posibilidades ofrece el mercado y, pese a acudir a distribuidores especializados, hay que conformarse con lo que hay (que quizá no cuadra del todo con lo que queremos). Esto explica el por qué repetimos finalmente en tres Ródanos (dos de ellos de la misma bodega, aunque de distinta añada) y un sólo Burdeos, descartando un prometedor Chablis en el último momento por qué no nos atrevimos con un blanco para una barbacoa.
Pese a que siendo estrictos no podemos llamarlo cata (combinamos el vino con la comida), formalmente se acerca bastante: se hizo una degustación inicial de todos los vinos a estómago vacío (en orden descendiente de añada) y se etiquetaron copas y botellas con etiquetas de colores, para evitar confusiones. La potencia de la comida actuaba en dos vertientes: por un lado matizando nuestra percepción respecto la que hubiéramos tenido en ayunas, pero también nos aseguró protección frente al alcohol (no para conducir, por supuesto, pero si para permanecer con los sentidos despiertos y el paladar receptivo).


La idea nos rondaba ya de lejos; queríamos comparar de primera mano la enología francesa con la oferta nacional, ver si el calificativo de mítico que tantas veces hemos oído aplicar a estos vinos es de justicia o, simplemente, resulta que su marketing es mejor que el nuestro ... lo cual nos parece que es el caso. Descartando el Ródano de 1988 (que si se consigue encontrar en el mercado será por una cantidad desorbitada) el resto de vinos están alrededor de los 20€, con una relación calidad-precio similar a la que podemos encontrar en las DOs nacionales. De entre los tres vinos que siguen en "concurso" (los que podemos encontrar en el mercado con relativa facilidad) destacamos el Burdeos (La mauriane 2000), por el equilibrio, suavidad y persistencia de su trago.

Para acabar, dejadme decir que las conclusiones, pese a ser interesantes, no las consideramos tan atractivas como el reto en si mismo. Pensar y negociar el próximo, la búsqueda de la botella en cuestión y del plato para su maridaje, encontrar lugar para montar el sarao (que te dejen llevar el vino de casa es la asignatura pendiente de muchos de nuestros restaurantes) y comprobar finalmente su resultado en la mesa es, además de divertido y adictivo, un bonito juego gastronómico.

Web provecho.



Referencias (vinos participantes en la cata).

  1. Chateau Mont-Redon 1988.
    Chateauneuf-du-pape
    Apellation Chateauneuf-du-pape controlée
    Chateau Mont-Redon. 13,5
    Aportación de la "bodega" personal de uno de los participantes del reto

  2. La mauriane 2000
    Puisseguin Saint-Émilion
    Apellation Puisseguin Saint-Émilion controlée
    J. Taïx. Propietaire. 13,5

  3. .E. Guigal 2000 / 2001 (2 ampolles)
    Crozes-Hermitage
    Apellation Crozes-Hermitage controlée
    Chateau d'Ampuis. Rhone. 12,5



Colaboración I: La Niebla del Vino.


Desde el principio (tanto en webares como en el weblog) os pedí participación; queria vuestras impresiones con respecto los restaurantes de Cataluña, generar debate sobre nuestra gastronomia, etc. Como magnífica respuesta, "La Niebla del Vino" (firmado por uno de nuestros colaboradores) nos permite empezar hoy esta línea de artículos, donde no os limitais simplemente a contestar a los que publicamos sinó que también asumís el paper de editor:


Es un dia frío, húmedo y oscuro, de esos que no invitan a salir pero a mi, ocasionalmente, me apetece perderme por calles apartadas y sentir el sabor que tienen. En el camino tropiezo con olores que me suben a los ojos, me refrescan memoria, despiertan mi apetito y me llevan a especular sobre lo que habrá hoy para comer y, especialmente, en el vino que beberé. Seguramente, hoy no encontraremos este preciado alimento en la mesa de muchas casas, pese a que no hace tantos años era de uso generalizado, dando vida a paladares no demasiado exigentes, reconfortando cuerpo y, a menudo, mente. Ahora, una cortina de productos de laboratorio con disfraces de película nos ocultan uno de los productos milenarios más singulares de la famosa Dieta Mediterránea, dejándolo prácticamente en la trastienda.

Sigo andando sobre el suelo lloroso cuando de repente, al otro lado de la calle, oigo música que huye por la puerta entreabierta de un bar, invitándome a entrar y pedir alguna cosa que me reconforte. Con toda la intención, viendo que entre la joven clientela nadie toma, pido una copa de vino y, para mi sorpresa, me sirven un Rioja que no está nada mal, a una temperatura más que aceptable. Una segunda mirada a los que me rodean acaba por convencerme; para ellos el vino está en el fondo del armario y sólo se acuerdan de el cuando celebran alguna cosa. Quisiera motivarlos y despertar su interés; les diría que no se priven de este placer, que vale la pena buscarlo, descubrirlo y disfrutarlo y se me ocurre que, quizá, una selección de vinos de calidad aceptable tras la barra, al lado de los habituales destilados, aromáticos y otras botellas en absoluto despreciables, sería de gran ayuda.

Con la lengua aún pegada al paladar vuelvo a rondar por la calle que ahora va de bajada; tengo la piel de gallina del frío que hace y los ojos me brillan de satisfacción. Sin enterarme, me encuentro frente a una tienda especializada en vinos y me cuelo dentro a buscar una botella para la comida. Nada más entrar, con la puerta aún entreabierta, me doy cuenta que ahora han cambiado las tornas y aquí el escenario está a favor del vino: una buena presentación, una variedad de productos muy atractiva, (aunque frecuentemente algunos precios le quitan encanto al decorado), nuevos maridajes y propuestas que me dicen que hoy el vino disfruta de muy buena salud ... excepto por un detalle: no hay nadie. Por lo que me dice el dueño de la tienda, parece que cuesta despertar el interés del público, incluso con el espectáculo que tenemos delante.

Una vez en casa y antes de poner la mesa, abro la botella y la dejo que vaya haciendo. Se está bien; la temperatura ambiente, la copa llena y la comida en la mesa generan un entorno confortable y mi piel lo agradece relajándose. A los postres, con la botella más vacía que llena, tengo un pensamiento agradecido hacia los que hacen el buen vino; creo que es un trabajo que hay que valorar, reconocer y esperar que prosiga. Me gustaria que lo explicaran mas al público, que no se cierren demasiado en sus bodegas y que, al contrario, salgan con las botellas en los bolsillos y las enseñen a la gente de la calle, las comenten y nos ilusionen con sus vinos ... vinos que en el fondo son de todos, tal como los Dioses nos enseñaron hace ya muchos años.

Ahora me giro hacia la ventana y casi no distingo el otro lado de la calle, hay mucha niebla. Mi cabeza está muy a gusto y frente a este paisaje me pregunto de nuevo: ¿de verdad sabemos lo que tenemos?. De todas formas no me hagais mucho caso, seguramente es la niebla del vino, que tanto nos puede nublar la vista como llenarnos de placer.


M.R.