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Vinos de España, Restaurantes de Barcelona y Cataluña

2006/08/30

¿Hay crisis del vino?


¿Qué podemos hacer para corregir esta continua tendencia a la baja?, ¿por qué no mejora la demanda?. En el artículo anterior ya aportábamos algunas respuestas en este sentido (cambio de hábitos de consumo, pérdida de imagen, aumento de la producción) además de apuntar soluciones ("... reintroducir el hábito, incrementar el consumo ..."). Ahora debemos traducir estas ideas genéricas en propuestas tangibles, a la vez que, como objetivos adicionales, también seria deseable a) "fichar" nuevos consumidores (fuera de sus usuarios habituales, aquellos que ya lo disfrutan) así como b) recuperar terreno frente otras bebidas (no necesariamente alcohólicas, sin embargo, como ahora veremos).

En base a estas consideraciones, identificamos unas líneas de actuación donde parece que hay margen de crecimiento y, por tanto, posibilidades de actuación (en otro artículo ya hablaremos sobre quien debe hacerlo y sugeriremos cómo):
  1. Aumento del consumo doméstico. Esta propuesta (que se dirige a los que ya son consumidores ... ocasionales, sin embargo, que solo lo beben esporádicamente) se apoya en un argumento muy evidente: el cambio de hábitos apuntado (el movimiento de la demanda de vino desde el ámbito doméstico hacia el restaurador) tiene un coste importante para nuestro bolsillo; disfrutar de un buen vino en casa supone pagar menos de la mitad de lo que nos costará pedirlo fuera, ya que los restaurantes suelen aplicar un escandaloso margen de beneficio que duplica -o incluso triplica- el precio de la botella en la tienda. Promocionar este consumo "cotidiano", de supermercado por así decirlo, permitiría recuperar y relanzar el tradicional segmento del "vino de mesa", entendiendo como tal un vino de precio asequible (no tendría que superar los 3€) y aceptable por si mismo (sin tener que mezclarlo con gaseosa para pasarlo).
  2. "Venderlo" como la alternativa saludable, publicitando los beneficios que de el se pueden obtener: el vino es a) bueno para la salud (en términos de consumo responsable, por supuesto) y para el paladar (es un alimento (*1) pensado para disfrutarlo). Por otro lado, b) disfruta de una graduación considerablemente inferior a la de los destilados (ginebra, vodka, ron, orujo), sin el azúcar añadido que incorporan cócteles o combinados (el del refresco que lo acompaña como mínimo). Consumirlo en los locales de ocio (pubs, carpas, discotecas) nos permitiría "alargar" las noches y bajar la tasa de alcohol en sangre manteniendo (o incluso aumentando) nuestro ritmo de consumiciones habitual (*2). Apuntamos así a un perfil de consumidor muy actual, posiblemente más cercano a otras opciones (incluso no alcohólicas) pero receptivo a ofertas de productos sanos y saludables.
  3. Desmitificación del producto. Las complicadas notas de cata que acompañan a la botella, la artificiosidad con que nos lo presentan o lo sirven en la mesa (a menudo más orientada a justificar unos precios inflados que a facilitarnos su disfrute) ... son factores que no ayudan en absoluto. Los distribuidores de vino (bodegas, sommeliers) como conocedores de lo que venden, tienen aquí un papel fundamental: el de guiar al cliente entre la amplísima oferta existente y saber transmitir las características de una botella concreta de la manera más sencilla posible.

Seguramente, esta actitud y talante comunicador es ahora más necesaria que nunca viendo como, poco a poco, la cosa se complica y se incorporan interesantes (y a menudo competitivas) ofertas extra Europeas (Argentina, Chile, Australia, los EUA) o, incluso a nivel nacional, el panorama evoluciona y aparecen "nuevas" opciones (coupages, semicrianzas) aparte de los formatos tradicionales; se incorporan productos al mercado (Pagos de España, literalmente "vinos de pago, es decir, elaborados con sus propias uvas, de un único viñedo"), en paralelo a los de las Denominaciones de Origen o que, incluso en este campo, fuera de las sobradamente conocidas Rioja y Ribera del Duero hay otras DOs emergentes, como las de Alicante, Yecla, el Priorato (quizá este último constituye el caso más espectacular) donde también se está elaborando muy buen producto.

En cualquier caso, hay que insistir en que el vino es un componente importante de nuestra gastronomía; que en general, disfruta de una correcta relación calidad-precio y ofrece mucha variedad y diversidad, desde las opciones más sencillas y directas a las complejas y matizadas ... es decir que, de manera natural, facilita nuestra evolución como usuarios, a la vez que posibilita todo tipo de consumo: el diario (como vino de mesa), el festivo e informal (de aguja, fino/manzanilla de aperitivo, vinos dulces/oporto en los postres) o el más tradicional, como acompañante de la buena mesa (con la potencia de los crianzas, la suavidad de los reservas, etc.).
Sea cual sea la situación, su versatilidad nos permitirá poder disfrutarlo siempre, en cualquier momento. Promocionar su consumo significa, en definitiva, promocionar también nuestra cultura y gastronomia así como, no menos significativo, defender una importante industria autóctona geográficamente enraizada y, por lo tanto, difícilmente deslocalizable.

(Continuará ...)

(*1) Literalmente "Alimento", tal como lo define la "Ley 24/2003, de la Viña y del Vino".

(*2) AVISO: con esto simplemente quiero decir que beber vino es más saludable que otras opciones alcohólicas del mercado. NO sugiero en absoluto que así podamos conducir ... de hecho, con los límites actuales de alcohol en sangre son dos actividades casi incompatibles (y, tal como está el patio, mi opinión personal es que son total y absolutamente incompatibles), según podemos apreciar en esta tabla).