Ya pero, ¿es beneficiosa tanta oferta?
Por supuesto; la realidad hasta ahora expuesta, el impulso de imagen que representaron las Olimpiadas o, quizá, el reciente Forum 2004, están "cocinando" (nunca mejor dicho) un concepto, una marca distintiva. Este "hecho gastronómico" tan nuestro y auténtico que antes comentaba es ahora percibido en el mundo como un interesante "hecho diferencial" que apoya una de nuestras industrias más importantes: el turismo. En una Catalunya cada vez más europea (también en precios) y con fuerte competencia de otros destinos de similar oferta tradicional (sol y playa) la gastronomía de calidad es un atractivo cebo para captar visitantes ... que se convierte en generador de riqueza, tanto material (actuando de atractivo turístico) como "espiritual" (siendo un producto cultural, no un simple objeto de consumo).
Consecuentemente, a continuación planteo algunas propuestas encaminadas a conservarla y potenciarla:
1) Atacar errores ya conocidos (información, transparencia).
Como fenómeno asociado al gran volumen de oferta, nace la necesidad de información detallada, un dato casi imprescindible para orientarnos entre esta diversidad de opciones a nuestro alcance (por tipo de cocinas, por precios, por diseño de los locales, por singularidad del entorno, etc). Se hace necesario un sistema de categorías, una normalización con la cual tendríamos que ser (idealmente) capaces de diferenciar entre aquellos locales que, por ejemplo, se orientan más a la explotación comercial masiva (pese a que ofrezcan productos de calidad y presentaciones interesantes no sorprenden a nadie en cuanto a sabores, mezclas o contenidos) de los locales donde se investiga y se hace creación; de los sitios que destacan por lo pintoresco o singular de la su ubicación más que por lo innovador de su cocina; de los restaurantes de orientación más clásica (regional, tradicional) que experimental (de fusión, de autor), etc. Las iniciativas externas al sector (prensa especializada, nuestro webares/logbares) no son suficientes, ya que falta la auto-definición del propio restaurante, a que clasificación se apunta, a que segmento de mercado se dirige, etc.
Este proyecto (llamémosle sello gastronómico) también aportaría transparencia, rompiendo la inconcrección actual y evitando el abuso que se hace de los términos de moda (hoy todo el mundo hace "cocina de autor") con el riesgo añadido de banalizar el conjunto, ya que muchos de los que ahora se apuntan a menudo no responden a la expectativa generada ... pese a que lo facturan como tal.
Reconozco, sin embargo, su dificultad inicial: sólo puede triunfar si lo promueven y asumen como suyo y propio los restauradores ... y en un sector tan tradicionalmente fragmentado y poco corporativo de "per se" (aunque lógico, debido a razones como la dispersión geográfica, la especificidad de cada negocio, el individualismo de cada propietario, etc) es complicado hacer políticas globales. Y eso nos lleva a otro tema.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Home