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Vinos de España, Restaurantes de Barcelona y Cataluña

2008/06/17

Reto II, 2ª parte: Cata Solar de Samaniego


Pese a la mencionada dificultad, el reto objecto de este artículo justifica todos los esfuerzos con creces: tres botellas de Solar de Samaniego, en elaboraciones diferentes in-crescendo y separadas por periodos de seis-siete años de diferencia (Crianza del 2003, Reserva del 1995 y Gran Reserva del 1989). El objetivo: comprobar el impacto del paso del tiempo sobre una (teórica) misma vid (cata vertical), ver hasta donde llega la percepción de estas diferencias desde el punto de vista de consumidor (no como profesional) y, no menos importante, disfrutarlos, "jugar" a combinar cada bocado con las copas que tenemos en frente.


Evidentmente, una fiesta como esta requiere de una comida a la altura (de aquellas que da pereza hacer en casa) pero, como pudimos comprobar en 1a persona, no es fácil encontrar un local que nos permita consumir nuestro propio vino, en lugar del de su carta. De entrada es difícil llegar a alguien con capacidad decisoria que lo autorice (especialmente complicado en las grandes cadenas restauradoras multi-local) y cuando finalmente se llega quizá no nos lo permitan por motivos de negocio (no pierden dinero pero dejan de ganarlo), de planteamiento (me ha costado mucho conseguir esta carta de vinos y no admito propuestas) o, simplemente, el rechazo a salir del guión, a hacer algo diferente. Afortunadamente, un parque restaurador tan extenso como el nuestro ofrece muchas posibilidades y en el restaurante Caldeni (València, 572) encontramos complicidad con la idea desde el principio (*), pese al trajín que les supuso (mesilla de servicio, decantador, copas suficientes).

Vamos por los protagonistas: los vinos. Frente a tres copas llenas y a estómago vacio, empezamos a "escucharlos", a fijarnos en sus colores y olores. El Crianza de un rojo intenso y aromas frescos y afrutados, se muestra equilibrado y potente en boca, mientras que el Reserva mantiene estas características y las mejora (color más elaborado, olor más refinado, cata estructurada sin estridencias), evidenciando que está en un momento óptimo. Ambos presentan buena evolución en copa y son un verdadero placer al final de la cena ...
... el Gran Reserva, en cambio, merece mención aparte. Un vino que con tres años de barrica y 16 madurando en la botella marca diferencias con sus "hermanos" desde un principio y evidencia el impacto del tiempo: de aspecto más suave (en tonalidades teja) y con un definido olor a madera, de entrada no es demasiado agradable en boca, ya que pese a estar decantado, necesita mucha oxigenación. De hecho, en copa evoluciona lentamente y no es hasta bien entrados los segundos que empieza a destaparse. En el paladar, una serie de toques especiales también reflejan el paso de los años, matizando el intenso fondo de madera y haciendo un dignísimo cierre a este "festival".


En resumen, el reto ha servido de excusa para combinar una salida de amigos y un interesantísimo despliege de vino con el mejor maridaje posible: una comida en formato degustación (entrantes al principio y platos contundentes posteriormente) que permite ir tirando de los vinos jóvenes y darle margen a los "ancianos" a evolucionar.



(*) Durante la sobremesa, nos explicaron que otros clientes ya habian solicitado entrar con su vino, pero siempre por razones celebrativas o de especificidad del producto (una botella concreta muy selecta). No lo entienden, sin embargo, como una puerta abierta a cualquier vino.